martes, 3 de julio de 2012

La Infidelidad: es la primera causa de divorcio en el mundo



La fidelidad es el compromiso de lealtad sentimental y sexual contraído por la pareja, mientras que la infidelidad es precisamente lo contrario, romper esos lazos, sentimentales y sexuales, que existen entre dos personas. En la actualidad, la infidelidad es la causa principal de las rupturas, separaciones y divorcios y hiere tanto, porque acaba con el sentimiento de seguridad y confianza de las parejas.
La persona que la sufre se siente rechazada, ofendida, humillada y su autoestima se deteriora notablemente.
Existen diferencias individuales, pero, en general, a las personas les cuesta mucho superar la infidelidad, que les provoca un desequilibrio emocional y les marca para el resto de sus vidas.
Las estadísticas dicen que los hombres son más infieles que las mujeres: 13,1 frente al 5,8 por ciento.
 
¿POR QUÉ EL HOMBRE ES MÁS INFIEL QUE LA MUJER?
Si nos atenemos a las leyes de la naturaleza, una explicación la tendríamos en el instinto reproductivo.
El amor tiene por fundamento un instinto dirigido a la reproducción de la especie.
El hombre, por naturaleza, tiende a la inconstancia en el amor; la mujer a la fidelidad.
El amor del hombre disminuye de una manera perceptible a partir del instante en que ha obtenido satisfacción, y tiene a lo largo de su vida muchas más relaciones sexuales que la mujer, porque su meta es producir el mayor incremento posible de la especie.
Por el contrario, el amor de la mujer crece a partir de ese instante, porque su objetivo es conservar junto a ella a quien debe ayudar a alimentar y proteger a la futura familia.
A la naturaleza le interesa que el hombre sea más infiel que la mujer, ya que el hombre puede, con facilidad, engendrar más de cien hijos en un año, si tiene mujeres a su disposición. La mujer, por el contrario, aunque se relacionase con otros tantos hombres no podría tener más de un hijo por año, o, como mucho, gemelos.
Por tanto, desde este punto de vista, la fidelidad en el matrimonio es artificial en el hombre y natural en la mujer, y por ser contraria a la naturaleza, la infidelidad en la mujer está, socialmente, peor vista que en el hombre.
Otra explicación la encontramos en que, en la mayoría de las sociedades, el hombre es educado para demostrar constantemente su hombría, reforzándose, así, comportamientos más agresivos y violentos, al contrario que les sucede a las mujeres.
Se le concede al hombre un rol más dominante que a las mujeres en las distintas esferas de la vida social. Los hombres siempre han ocupado los más importantes centros de control y poder públicos, en tanto que la mujer, tiene, desde hace milenios, la misión de ser deseable, de resultar atractiva al hombre y no la de ser deseante.
El hombre es aún el dominador, el activo. Es, por "educación", hipersexual. La  mujer, por "regla general", hiposexual.
Las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado mucho a lo largo de los tiempos y las diferentes culturas con su moral y sus censuras, sus tabúes, sus creencias religiosas y los avances de la ciencia, han influido de forma determinante en tal diversidad.
Sabemos, por ejemplo, que el incesto era normal en Egipto, que la homosexualidad y la pederastia eran toleradas en Grecia, y sabemos también que, hacia la Edad Media, la Iglesia Católica consagró el matrimonio monógamo y consideró "perverso" el instinto sexual.

LA FIDELIDAD ES UN VALOR EN NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL.
La infidelidad entre dos personas que se quieren, está mal vista y es mal soportada por nuestra sociedad. Aunque se hayan devaluado notablemente las consideraciones morales tradicionales en muchas personas, y aunque contemos con métodos anticonceptivos eficaces, sin embargo seguimos valorando la unión de pareja y la fidelidad. Probablemente, podríamos encontrar las explicación en el amor romántico cuando surge entre dos personas, produciéndose esa intensidad emocional que nos llena de sentimientos de bienestar, de seguridad, que nos hace sentirnos especiales y queridos. Todos estos sentimientos no son lo suficientemente intensos, como para renunciar a tener una vida sexual fuera de la pareja.
La valoración de la pareja y de la fidelidad también se puede explicar, porque existe una predominancia universal de lo que los antropólogos denominan “familia nuclear”, formada por padre, madre e hijos. Este tipo de familia cumple funciones vitales que otros grupos no pueden llevar a cabo tan eficazmente.
La familia nuclear satisface las necesidades sexuales y reduce la  fuerza perturbadora de la competencia sexual. También cumple las funciones de educación y de sostén económico; en definitiva, de subsistencia.
Aunque en las sociedades occidentales los hombres y las mujeres se han adaptado a dicho modelo monógamo, a los hombres les cuesta más adaptarse a él, por las razones explicadas anteriormente.
Un ejemplo de ello, es la prostitución de mujeres, que mueve enormes cantidades de dinero, mientras que la prostitución de hombres es, comparativamente, insignificante y dirigida más a satisfacer a los hombres homosexuales que a las propias mujeres.

EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES EN CUANTO A LOS MOTIVOS DEL ENGAÑO.
La mayoría de los hombres que son infieles no se involucran emocionalmente con la nueva pareja y buscan, simplemente, placer sexual. Les atrae la novedad, la aventura, la emoción, la conquista: lo prohibido siempre acrecienta el deseo. De hecho, el 56% de los hombres que han tenido experiencias sexuales extramatrimoniales tienen un alto concepto de su matrimonio y aseguran que son felices con su pareja.
Por el contrario, para las mujeres, la principal justificación de su infidelidad es el amor y, en último lugar, el sexo.
La mayoría de las mujeres que son infieles suelen estar desencantadas con su relación oficial y, generalmente, buscan en la nueva pareja el sentirse, de nuevo, vivas por la emoción de volver a gustar y esperar respuesta sexual de alguien.
Buscan el cortejo, la seducción, el romance, la ternura y, también, la admiración, la comprensión y la empatía (saber ponerse en el lugar del otro); cosas que han perdido o nunca encontraron en su relación actual.
El hombre y la mujer tienen, pues, formas diferentes de ver la infidelidad; los hombres se sienten más traicionados si sus mujeres “mantienen relaciones sexuales” con otros hombres y, sin embargo, las mujeres llevan peor que sus maridos “se enamoren” de otras.
Los hombres separan claramente la afectividad de lo meramente sexual; a las mujeres, sin embargo, les cuesta hacer esta separación en sus relaciones, involucrando lo afectivo y sexual conjuntamente.

¿CONFESAR O NO CONFESAR?
Estadísticamente está demostrado, que la mayoría de los hombres y de las mujeres “no confiesan la infidelidad”.
En la práctica, la ruptura con la pareja original puede ser tan dolorosa que muchos no están dispuestos a llevarla a cabo; no todos los que sienten que eso es lo que se debe hacer son capaces de actuar con arreglo a sus creencias; muchos siguen casados y confían en que la amante no se enfade, intentando proseguir con ambas relaciones al mismo tiempo.
"Si a una mujer le gusta un tipo y le dice "vamos a un motel". Tiene plena conciencia de lo que está arriesgando, por eso se cuida mucho, es mas madura en ese sentido. En cambio el hombre conquista como galán amable, es bueno para la conquista fácil, pero no es franco y tiene casi por idiosincrasia una inseguridad que siempre hace que lo descubran. El razonamiento masculino habitual es el mismo en casi todos los hombres: "Sería bueno que me vean mis amigos, así quedo como macho alfa de la manada". Pero si los dos infieles son casados por qué van a sentarse a un patio de comida del Centro Comercial mas de moda para que todos los vean? No pues eso no se hace así. El meollo del asunto es que la mayoría de los hombres son "malos" para la cama: Se puede asegurar sin temor a equivocarse que muchos hombres van a preferir masturbarse a estar con un mujer que no es su esposa, no por fidelidad si no porque la preocupación de no saber hacerlo bien, los mortifica mucho. Sin contar que jamás hablan de sexo con la pareja y por eso tiran mal, asegura Rodrigo Díaz, director de "Infieles" la teleserie chilena de Chilevisión.
Para una mujer, sigue opinando Rodrigo, si el amante le salió mejor que el marido para el sexo, deja al marido y punto. No mantiene esos equilibrios precarios tan típicos del hombre que tiene amante y esposa y sufre entre medio las penas del infierno. Ellas quieren buen sexo. Si el hombre que tienen en casa es buen padre, puede que se queden con él pero si sigue tirando mal, lo reemplazan.

CASO UNO
Para Rosario que fue criada con costumbres religiosas y moralistas, formar un hogar siempre fue su sueño, por tal motivo una vez que lo consiguió  luchó por todos los medios de ser vista con buenos ojos ante la sociedad que la obligó por mucho tiempo a soportar a un esposo conformista, frío y machista que lo único que le importaba era ahogar sus miserias con el alcohol.
Cansada de sentirse frustrada sexualmente en esta relación que decaía día tras día Rosario inició una candente aventura que la llevó a irse en contra de sus principios... pero al mismo tiempo a sentirse realizada como mujer.

CASO DOS
Jóvenes, carismáticos y farreros Jessi y Ricardo iniciaron una relación amorosa como en cuento de hadas, poco a poco durante la convivencia los deberes y las responsabilidades les fueron cambiando las prioridades y matando el sueño de la pareja feliz .
Ricardo enfrascado en su trabajo y sus amigos descuidó completamente su hogar; induciendo de esta manera a Jessi a quien la rutina del cuidado de sus hijos y el trabajo la agobiaban, a buscar y sentirse mujer en brazos de otro hombre. Recuperando la seguridad y el amor propio que perdió junto a Ricardo.  Hoy por hoy donde se perdió el respeto y el amor después de 17 años solo los une la existencia de sus tres hijos inocentes que sufrieron las consecuencias de esta unión sin destino porque la ignorancia de la importancia de las demandas sexuales de los géneros deben complementarse y mas temprano que tarde ese error, pasará la cuenta y hay que pagarla.

Por. MBA. Martha Chuya M.

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