Ese título me lo robé de una de esas típicas películas gringas semiromanticonas, semidivertidas que cuentan varias historias de amor que se van entrelazando, pero siempre hay una historia principal que es la más linda y que deja una lección superficial y medio fantasiosa de las relaciones humanas… peeero extrañamente esta película sí es buena, porque habla de las muchas maneras en las que hombres y mujeres nos engañamos a nosotros mismos y a otros con el fin de sentirnos queridos y valorados. Si no la han visto, se las recomiendo.
Basándome en el principio básico declarado por el Dalai Lama que dice que todos los conflictos del mundo son por falta de amor, en este caso vamos a tocar el tema del amor a uno mismo.
Para graficarles un poco mejor la cosa, les cuento que el otro día un amigo publicó en Facebook una frase que decía “Los hombres tiernos se extinguieron por mujeres que no los valoraron”. Yo habría reemplazado directamente “tiernos” por “babosos”, “no los valoraron” por ”no SE valoraron”, y no, lamentablemente no están extintos. La cosa no se trata de dar o no dar, o de cuánto se está entregando, lo importante es el POR QUÉ se le está entregando afecto al otro, qué es lo que nos mueve a hacerlo y en qué lugar nos ponemos a nosotros mismos en esa entrega.
A ver, que levante la patita el que cuando dice “te amo”, espera un “yo también” de vuelta. Y que levante las dos patitas el que cuando no recibe ese “yo también” se siente inseguro, enojado, frustrado e incluso humillado. Hmmm… veo muchas patitas levantadas. ¿Ven? Muchas veces miramos el amor como si fuera una transacción de “dar y recibir” como para rellenar nuestros propios vacíos afectivos.
¡Cuántas veces he visto a personas (incluida yo misma) dejarlo todo, hasta a sí mismas por obtener unas migajas de amor! No existe nadie menos atractivo que alguien que se ha abandonado. Y por el contrario, no hay nadie más atractivo que ama quién es y que está dispuesto a conquistar el mundo si se lo propone. ¿Han visto el típico feo muy feo que va de la mano por la calle con una chica muy linda, y uno dice qué hace ese feo tan feo con esa linda? Bueno, lo que pasó ahí es que el feo se creyó suficientemente atractivo para conquistar a la linda, la linda leyó ese mensaje y… matanga dijo la changa. Si tú no te crees ”suficiente”, el otro nunca va leer un mensaje distinto a eso.
Chicas, ya que estamos, les voy a contar un secreto: los chicos o pierden la cabeza por nosotras o no.
Una no les gusta ”un poco”. Eso no existe en el incoloro catálogo de los hombres. Ahora, si un hombre declara que le gustas “un poco” o que vayan “de a poco”, afírmate porque muy probablemente ese “poco” nunca va a ser suficiente ni para ti, ni para él, y seguramente él va a estar mirando para el lado, hasta que pase una chica que sí le voló la cabeza en cuatro milésimas de segundo. Lo peor, es que después andamos llorando porque se fue con otra. Y ¡ojo! Cuando se aburra de la otra, puede que hasta después vuelva porque le sigues gustando (un poco) y eres una buena chica. “Es que está cambiando”, “no, si bajo 7 kilos te aseguro que esta vez sí se enamora de mí”, “me dijo que en dos meses deja a su esposa y se viene a vivir conmigo”… ¡PFFFFFFFFFFFFF! Respiro hondo, miro hacia el cielo y pongo mis ojitos blancos.
Ahora chicos, atención: a nosotras sí nos pueden gustar un poco y podemos quedarnos a su lado, ser sus novias e incluso casarnos, tener hijos y todas esas cosas, porque las mujeres tomamos decisiones basadas más en nuestras fantasías y expectativas (maldito Disney y sus príncipes azules) que en la realidad. Entonces ojo, porque somos capaces de manipularlos y hacerlos sentir queridos y gustados sólo por el hecho de que la situación nos acomoda, por el potencial que tienen de cumplir nuestras expectativas o lo que me parece más peligroso aún, simplemente por alimentar nuestro ego. ¿Se acuerdan de esa chica que hizo lo que quiso con ustedes, los estrujó, manipuló y jugó hasta que los dejó hechos pedacitos y después se aburrió y se fue? Haaaaaaaa ¿no ven?
Bueno, para que no pase ni lo uno ni lo otro, si no que todo lo contrario, la gran recomendación es no aceptar migajas, si no que procurar estar llenitos, bañados y chapoteando en amor… pero del PROPIO. Es imposible que el otro nos haga felices. Somos nosotros responsables de nuestra felicidad y no podemos delegar esa responsabilidad a nadie. En el momento que esperamos que sea el otro quien nos dé felicidad, vamos a estar siempre como un adicto esperando que el “contacto” nos traiga la droga, como lo gráfica Miguel Ruiz en La maestría del amor.
Y como consejo final, si alguien tiene el poder de hacerlos sentir poco queridos y valorados, hagan el siguiente ejercicio: toman un billete de 50 dólares, lo arrugan un poco, se paran a un metro de él o ella y muy disimuladamente tiran el billete al suelo a una distancia prudente para que parezca que se lo encontró, apuntan con el dedo y dicen con mucho asombro en voz alta: ¡mira, 50 dólares!. Cuando el sujeto en cuestión se esté agachando a recogerlo, toman impulso y lo mandan de una sola patada a la luna. Después de eso, se paran en la puerta de su casa y gritan con voz fuerte y clara: ¡QUE PASE EL SIGUIENTE!
La próxima luna llena, fíjense bien y van a saber por qué está llena de cráteres.
Por: Bárbara Mejías
Basándome en el principio básico declarado por el Dalai Lama que dice que todos los conflictos del mundo son por falta de amor, en este caso vamos a tocar el tema del amor a uno mismo.
Para graficarles un poco mejor la cosa, les cuento que el otro día un amigo publicó en Facebook una frase que decía “Los hombres tiernos se extinguieron por mujeres que no los valoraron”. Yo habría reemplazado directamente “tiernos” por “babosos”, “no los valoraron” por ”no SE valoraron”, y no, lamentablemente no están extintos. La cosa no se trata de dar o no dar, o de cuánto se está entregando, lo importante es el POR QUÉ se le está entregando afecto al otro, qué es lo que nos mueve a hacerlo y en qué lugar nos ponemos a nosotros mismos en esa entrega.
A ver, que levante la patita el que cuando dice “te amo”, espera un “yo también” de vuelta. Y que levante las dos patitas el que cuando no recibe ese “yo también” se siente inseguro, enojado, frustrado e incluso humillado. Hmmm… veo muchas patitas levantadas. ¿Ven? Muchas veces miramos el amor como si fuera una transacción de “dar y recibir” como para rellenar nuestros propios vacíos afectivos.
¡Cuántas veces he visto a personas (incluida yo misma) dejarlo todo, hasta a sí mismas por obtener unas migajas de amor! No existe nadie menos atractivo que alguien que se ha abandonado. Y por el contrario, no hay nadie más atractivo que ama quién es y que está dispuesto a conquistar el mundo si se lo propone. ¿Han visto el típico feo muy feo que va de la mano por la calle con una chica muy linda, y uno dice qué hace ese feo tan feo con esa linda? Bueno, lo que pasó ahí es que el feo se creyó suficientemente atractivo para conquistar a la linda, la linda leyó ese mensaje y… matanga dijo la changa. Si tú no te crees ”suficiente”, el otro nunca va leer un mensaje distinto a eso.
Chicas, ya que estamos, les voy a contar un secreto: los chicos o pierden la cabeza por nosotras o no.
Una no les gusta ”un poco”. Eso no existe en el incoloro catálogo de los hombres. Ahora, si un hombre declara que le gustas “un poco” o que vayan “de a poco”, afírmate porque muy probablemente ese “poco” nunca va a ser suficiente ni para ti, ni para él, y seguramente él va a estar mirando para el lado, hasta que pase una chica que sí le voló la cabeza en cuatro milésimas de segundo. Lo peor, es que después andamos llorando porque se fue con otra. Y ¡ojo! Cuando se aburra de la otra, puede que hasta después vuelva porque le sigues gustando (un poco) y eres una buena chica. “Es que está cambiando”, “no, si bajo 7 kilos te aseguro que esta vez sí se enamora de mí”, “me dijo que en dos meses deja a su esposa y se viene a vivir conmigo”… ¡PFFFFFFFFFFFFF! Respiro hondo, miro hacia el cielo y pongo mis ojitos blancos.
Ahora chicos, atención: a nosotras sí nos pueden gustar un poco y podemos quedarnos a su lado, ser sus novias e incluso casarnos, tener hijos y todas esas cosas, porque las mujeres tomamos decisiones basadas más en nuestras fantasías y expectativas (maldito Disney y sus príncipes azules) que en la realidad. Entonces ojo, porque somos capaces de manipularlos y hacerlos sentir queridos y gustados sólo por el hecho de que la situación nos acomoda, por el potencial que tienen de cumplir nuestras expectativas o lo que me parece más peligroso aún, simplemente por alimentar nuestro ego. ¿Se acuerdan de esa chica que hizo lo que quiso con ustedes, los estrujó, manipuló y jugó hasta que los dejó hechos pedacitos y después se aburrió y se fue? Haaaaaaaa ¿no ven?
Bueno, para que no pase ni lo uno ni lo otro, si no que todo lo contrario, la gran recomendación es no aceptar migajas, si no que procurar estar llenitos, bañados y chapoteando en amor… pero del PROPIO. Es imposible que el otro nos haga felices. Somos nosotros responsables de nuestra felicidad y no podemos delegar esa responsabilidad a nadie. En el momento que esperamos que sea el otro quien nos dé felicidad, vamos a estar siempre como un adicto esperando que el “contacto” nos traiga la droga, como lo gráfica Miguel Ruiz en La maestría del amor.
Y como consejo final, si alguien tiene el poder de hacerlos sentir poco queridos y valorados, hagan el siguiente ejercicio: toman un billete de 50 dólares, lo arrugan un poco, se paran a un metro de él o ella y muy disimuladamente tiran el billete al suelo a una distancia prudente para que parezca que se lo encontró, apuntan con el dedo y dicen con mucho asombro en voz alta: ¡mira, 50 dólares!. Cuando el sujeto en cuestión se esté agachando a recogerlo, toman impulso y lo mandan de una sola patada a la luna. Después de eso, se paran en la puerta de su casa y gritan con voz fuerte y clara: ¡QUE PASE EL SIGUIENTE!
La próxima luna llena, fíjense bien y van a saber por qué está llena de cráteres.
Por: Bárbara Mejías
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