Me gusta Cuenca como para vivir allí, tener un caballo y dos perros labradores (no ladradores), unos 20 gatos de todos los colores y tamaños, vagos, inteligentes e independientes para amar... como yo!
Me gusta Cuenca para morirme en cualquiera de sus montañas, un día frío, acurrucado y envuelto en un poncho de esos bellos que tejen en telares artesanales con santa paciencia las tejedoras cuencanas, me gustan sus niños de mejillas rojas y de ojos redondos de mirar profundo, me encanta su limpieza y sus parques, sus barrios, sus casas y sus colores... su cielo, el mas hermoso del país y de otros países, sus nubes inmensas, sus montañas, sus bosques embrujados, su gente generosa, limpia y sonriente... me gusta de principio a fin, para vivir y para morir y aunque no creo en ningún Dios (todos injustos, pedigüeños y mentirosos) me gusta su cielo de verano y de invierno, su clima y su respeto. Me gusta su orgullo de ser cuencanos y su amistad sincera.
La semana pasada estuve en Cuenca, casi un año que no la visitaba pero igual me recibió, me arrulló en las noches y me regaló su aire limpio y reparador... Me gusta Cuenca y me gusta tanto que quisiera saber si yo le gusto a Cuenca.
Me gustaría hacerme una casa... hacerla con mis manos, eligiendo las piedras que serán sus muros y la madera que serán sus puertas y su piso con alfombras tejidas por manos de cuencanas hermosas y sonrientes.
Allí me siento parte de sus calles y caminos que te suben y te bajan como en un juego que te mantienen sonriendo porque no les encuentras fin.
Subir y bajar, como la vida como la suerte, como el dinero y como el amor.
Por eso, por todo lo que he mencionado y todo lo que me faltó mencionar, amo a Cuenca y lo confieso como cuando digo "te amo"...
Texto y Foto: Simón Templar
Me gusta Cuenca para morirme en cualquiera de sus montañas, un día frío, acurrucado y envuelto en un poncho de esos bellos que tejen en telares artesanales con santa paciencia las tejedoras cuencanas, me gustan sus niños de mejillas rojas y de ojos redondos de mirar profundo, me encanta su limpieza y sus parques, sus barrios, sus casas y sus colores... su cielo, el mas hermoso del país y de otros países, sus nubes inmensas, sus montañas, sus bosques embrujados, su gente generosa, limpia y sonriente... me gusta de principio a fin, para vivir y para morir y aunque no creo en ningún Dios (todos injustos, pedigüeños y mentirosos) me gusta su cielo de verano y de invierno, su clima y su respeto. Me gusta su orgullo de ser cuencanos y su amistad sincera.
La semana pasada estuve en Cuenca, casi un año que no la visitaba pero igual me recibió, me arrulló en las noches y me regaló su aire limpio y reparador... Me gusta Cuenca y me gusta tanto que quisiera saber si yo le gusto a Cuenca.
Me gustaría hacerme una casa... hacerla con mis manos, eligiendo las piedras que serán sus muros y la madera que serán sus puertas y su piso con alfombras tejidas por manos de cuencanas hermosas y sonrientes.
Allí me siento parte de sus calles y caminos que te suben y te bajan como en un juego que te mantienen sonriendo porque no les encuentras fin.
Subir y bajar, como la vida como la suerte, como el dinero y como el amor.
Por eso, por todo lo que he mencionado y todo lo que me faltó mencionar, amo a Cuenca y lo confieso como cuando digo "te amo"...
Texto y Foto: Simón Templar
1 comentario:
Que hermosas palabras, yo conocí Cuenca este año, y quede encantada, es una descripción perfecta del sentimiento que tengo al pensar en esta hermosa ciudad.
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