“Hoy solo busco pedazos de lo que un día fue un corazón abierto y no por ti, no por mí
si no que el tiempo diga adiós a algún recuerdo.
Sé muy bien que intenté poder recuperar los trozos que me quedan de este corazón
que amó sin ver medida y que hoy vive con miedo y anda a escondidas, sé muy bien que no crees al verme tan segura
y con las fuerzas que camino...
Para volver a amar debo sentir que vivo y no andar huyendo..."
Esta estrofa es parte de la letra de una canción que nos quita la máscara que muchas mujeres llevan ante la sociedad para no ser señaladas como víctimas de su propia ignorancia, pues han sido marcadas con dolor en nombre del amor.
Un concepto que en pleno siglo XXI aún se mantiene en calidad de proyecto y la ansiada liberación femenina ya existe en versión moderna y la cual le convendría un cambio de nombre, uno como éste que está más acorde: "Libertinaje femenino", así lo entienden por lo menos las jóvenes novatas de la U. Católica de Guayaquil.
Extraña por decir lo menos la tal liberación que en lugar de liberarte, te ata con más fuerza a las incómodas y deleznables versiones de dos siglos atrás.
Los derechos de la mujer, al parecer, nuestra juventud femenina los desconoce de principio a fin y los ha confundido como si se tratara de la "liberación de los sentidos sin control ni límites"...
Y en lugar de experimentar la libertad como una oportunidad de progresar física y socialmente hasta sentirse capaz de elegir entre los hombres que la rodean a quien deberá compartir su vida como compañero en todas las fases del crecimiento... han elegido la versión más peligrosa de la liberación: hacer ahora lo que se me venga en ganas, total: la carga, como dice el refrán; se arregla en el camino.
El caso de Nancy, una mujer como tú
Pertenece a una familia muy numerosa y humilde, pero un "buen día" conoció a un "buen hombre" que parecía un enviado del cielo porque era amable, educado y a simple vista demostraba ser respetuoso y de manera que al poco tiempo de conocerlo ya vivían juntos. “Con tan solo 20 años, llegué a aquella inmensa casa y me sentí como toda una reina con palacio y todo. Estuvimos encerrados en Luna de Miel una semana completa, donde me hizo tan feliz y me daba todo lo que nunca tuve en mi humilde hogar. Me asusté un poco cuando le tocó reintegrarse a su trabajo porque ya sola y al despertarme quise salir a la tienda de la esquina y no pude... Me di cuenta que el palacio, mi palacio estaba bajo llaves... pensé que se trataba de un descuido de Antonio. Al caer la noche llegó, venía histérico y mal humorado tanto que ni siquiera me atreví a preguntarle nada. Así pasaron los días hasta que entendí que lo hacía "para que no me pasara nada", luego vinieron insultos como "desgraciada, arrastrada, maldita", incluso me amenazaba de muerte... Tenía un arma en la casa que de vez en cuando la sacaba y me apuntaba directamente a la frente: "Eres una puerca desvergonzada" estos insultos me hacían sentir de lo peor a pesar de estar embarazada. Al año de unirme a él tuve a mi primer hijo, fue como que si su odio y repugnancia hubiese crecido más, llegaba como loco del trabajo y cualquier cosa servía de excusa para sus maltratos, no contento con aquellas humillaciones, empezó a golpearme hasta lanzarme al piso. La mayoría de los golpes eran siempre en la cabeza. Que la ropa estaba sucia, que la comida estaba fría, o simplemente porque habían moscas en la casa... nunca faltaban los motivos y en realidad ya no aguantaba más pero, él me mantenía económicamente, y de eso no me puedo quejar nunca me faltó nada... Pero bien caro que me salió ser mantenida, ignorante. Al mes de salir del embarazo volví a quedar embarazada, al ver esto mi madre desesperada por su impotencia me explicó sobre como cuidarme pero al parecer no me funcionó, mi tercer embarazo se me vino debido a los constantes golpes que recibía y luego llegó mi cuarto embarazo no me quedó otra que secretamente ligarme... Mis días eran un infierno sin salida, mis noches, unas infinitas pesadillas...
La dependencia económica que suele verse muy natural en las parejas es una de las mas peligrosas en el matrimonio o unión, quien mantiene el hogar, afianza su "derecho" a dar órdenes y por consecuencia a hacerse obedecer, más o menos como cuando se tiene una mascota... no te sientes seguro hasta que la "fidelidad" se consigue a todo nivel y las reglas puestas se cumplen a raja-tabla. Cualquier desviación se considera un desafío a la autoridad del amo.
Todas las dependencias, las sexuales o las sociales son las madres del mal vivir, pero... pero no hay que olvidar que quien acepta depender es realmente el culpable de los resultados.
Quien busca a dependientes sabe que quien lo acepte será su esclavo hasta que entienda que está en un infierno, sin embargo se sabe que quien dependió una vez, volverá a caer en la misma trampa justificándolo todo, luego por vergüenza y porque ya no será tan joven, aguantará, en la mayoría de los casos, hasta el día en que la muerte la libere.
Permítanme un consejo, la mejor arma contra la dependencia generada por un hombre es el conocimiento sexual que una mujer posea y solo en esta situación en la que la mujer hace depender sexualmente a un hombre, habrá encontrado el arma que elimina al castigador.
La sexualidad perfectamente desarrollada en una mujer puede hacer dependiente al macho, las demás dependencias tales como la económica o la social, son manejadas por el hombre cuando las víctimas son mujeres pobres, sin profesión, con baja auto estima o desamparadas.
MBA. Martha Chuya M.
si no que el tiempo diga adiós a algún recuerdo.
Sé muy bien que intenté poder recuperar los trozos que me quedan de este corazón
que amó sin ver medida y que hoy vive con miedo y anda a escondidas, sé muy bien que no crees al verme tan segura
y con las fuerzas que camino...
Para volver a amar debo sentir que vivo y no andar huyendo..."
Esta estrofa es parte de la letra de una canción que nos quita la máscara que muchas mujeres llevan ante la sociedad para no ser señaladas como víctimas de su propia ignorancia, pues han sido marcadas con dolor en nombre del amor.
Un concepto que en pleno siglo XXI aún se mantiene en calidad de proyecto y la ansiada liberación femenina ya existe en versión moderna y la cual le convendría un cambio de nombre, uno como éste que está más acorde: "Libertinaje femenino", así lo entienden por lo menos las jóvenes novatas de la U. Católica de Guayaquil.
Extraña por decir lo menos la tal liberación que en lugar de liberarte, te ata con más fuerza a las incómodas y deleznables versiones de dos siglos atrás.
Los derechos de la mujer, al parecer, nuestra juventud femenina los desconoce de principio a fin y los ha confundido como si se tratara de la "liberación de los sentidos sin control ni límites"...
Y en lugar de experimentar la libertad como una oportunidad de progresar física y socialmente hasta sentirse capaz de elegir entre los hombres que la rodean a quien deberá compartir su vida como compañero en todas las fases del crecimiento... han elegido la versión más peligrosa de la liberación: hacer ahora lo que se me venga en ganas, total: la carga, como dice el refrán; se arregla en el camino.
El caso de Nancy, una mujer como tú
Pertenece a una familia muy numerosa y humilde, pero un "buen día" conoció a un "buen hombre" que parecía un enviado del cielo porque era amable, educado y a simple vista demostraba ser respetuoso y de manera que al poco tiempo de conocerlo ya vivían juntos. “Con tan solo 20 años, llegué a aquella inmensa casa y me sentí como toda una reina con palacio y todo. Estuvimos encerrados en Luna de Miel una semana completa, donde me hizo tan feliz y me daba todo lo que nunca tuve en mi humilde hogar. Me asusté un poco cuando le tocó reintegrarse a su trabajo porque ya sola y al despertarme quise salir a la tienda de la esquina y no pude... Me di cuenta que el palacio, mi palacio estaba bajo llaves... pensé que se trataba de un descuido de Antonio. Al caer la noche llegó, venía histérico y mal humorado tanto que ni siquiera me atreví a preguntarle nada. Así pasaron los días hasta que entendí que lo hacía "para que no me pasara nada", luego vinieron insultos como "desgraciada, arrastrada, maldita", incluso me amenazaba de muerte... Tenía un arma en la casa que de vez en cuando la sacaba y me apuntaba directamente a la frente: "Eres una puerca desvergonzada" estos insultos me hacían sentir de lo peor a pesar de estar embarazada. Al año de unirme a él tuve a mi primer hijo, fue como que si su odio y repugnancia hubiese crecido más, llegaba como loco del trabajo y cualquier cosa servía de excusa para sus maltratos, no contento con aquellas humillaciones, empezó a golpearme hasta lanzarme al piso. La mayoría de los golpes eran siempre en la cabeza. Que la ropa estaba sucia, que la comida estaba fría, o simplemente porque habían moscas en la casa... nunca faltaban los motivos y en realidad ya no aguantaba más pero, él me mantenía económicamente, y de eso no me puedo quejar nunca me faltó nada... Pero bien caro que me salió ser mantenida, ignorante. Al mes de salir del embarazo volví a quedar embarazada, al ver esto mi madre desesperada por su impotencia me explicó sobre como cuidarme pero al parecer no me funcionó, mi tercer embarazo se me vino debido a los constantes golpes que recibía y luego llegó mi cuarto embarazo no me quedó otra que secretamente ligarme... Mis días eran un infierno sin salida, mis noches, unas infinitas pesadillas...
La dependencia económica que suele verse muy natural en las parejas es una de las mas peligrosas en el matrimonio o unión, quien mantiene el hogar, afianza su "derecho" a dar órdenes y por consecuencia a hacerse obedecer, más o menos como cuando se tiene una mascota... no te sientes seguro hasta que la "fidelidad" se consigue a todo nivel y las reglas puestas se cumplen a raja-tabla. Cualquier desviación se considera un desafío a la autoridad del amo.
Todas las dependencias, las sexuales o las sociales son las madres del mal vivir, pero... pero no hay que olvidar que quien acepta depender es realmente el culpable de los resultados.
Quien busca a dependientes sabe que quien lo acepte será su esclavo hasta que entienda que está en un infierno, sin embargo se sabe que quien dependió una vez, volverá a caer en la misma trampa justificándolo todo, luego por vergüenza y porque ya no será tan joven, aguantará, en la mayoría de los casos, hasta el día en que la muerte la libere.
Permítanme un consejo, la mejor arma contra la dependencia generada por un hombre es el conocimiento sexual que una mujer posea y solo en esta situación en la que la mujer hace depender sexualmente a un hombre, habrá encontrado el arma que elimina al castigador.
La sexualidad perfectamente desarrollada en una mujer puede hacer dependiente al macho, las demás dependencias tales como la económica o la social, son manejadas por el hombre cuando las víctimas son mujeres pobres, sin profesión, con baja auto estima o desamparadas.
MBA. Martha Chuya M.
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