Lo habían botado por La Cartonera, al fondo de la calle. Donde no transita nadie, para que nadie lo escuche, para que a nadie moleste su lamento. El lamento por el dolor que le producían los gusanos que carcomían su cuerpo.
Los vecinos contaban la historia, de que hace unos días... un perro vagabundo fue atropellado. Que lo vieron arrastrarse, herido y sangrante, buscando refugio... pero nadie lo ayudó. Uno de los vecinos pensó que lo mejor era agarrar al perro y ponerlo por La Cartonera para que no moleste a nadie... y allá lo abandonaron.
Hubiera muerto, apaleado y comido por los gusanos, seguro así hubiera muerto. Pero tuvo la suerte de que un ser humano como Claudio Vera que escuchó la historia decidió ir a buscarlo.
Claudio pidió ayuda a su hermano y entre los dos lo subieron a un carro y se fueron a buscar una veterinaria donde pudieran salvar al animalito.
Les dijeron que por el mismo sur de Guayaquil, por la avenida Independencia estaba la Clínica Veterinaria de Yonny Demera; un médico veterinario cuyo trabajo sin proponérselo lo ha llevado a convertirse en el "protector" de los animales abandonados. Y ahí llegó Claudio buscando ayuda para el adolorido animalito.
Yonny Demera dejó de lado algunas tareas de organización y se fue a atender al paciente. Examinó el estado deplorable en que llegaba y luego lo trasladó al quirófano. Había que eliminar inmediatamente la gusanera que ya había hecho estragos en el cuerpo maltratado del perro.
Para cuando el efecto de la anestesia pasó y el perro despertó su destino había cambiado.
Y había cambiado porque a veces cuando pensamos que la indiferencia criminal de la gente frente al dolor de los animales ha tocado fondo, aparecen personas, como Yonny Demera que nos devuelven la fe, la esperanza y la confianza de que podemos ser mejores seres humanos si nos lo proponemos.
Hasta esta clínica llegué, con muchas ganas de conocer el trabajo de este médico veterinario, de sus amigos, de los chicos voluntarios y de los rescatistas que llegan a su clínica.
- "Cuando me gradué de veterinario conseguí trabajo en una hacienda y venía a casa los fines de semana. Una vez un vecino me preguntó si podía ayudarlo porque su perro estaba muy enfermo. Lo ayudé y de repente al siguiente fin de semana ya me estaban buscando otros vecinos. Y así se fue corriendo la voz y cuando me dí cuenta, ya el fin de semana no me alcanzaba para atender a los animales que me traían a la casa. Ese fue el momento en que decidí dejar el trabajo en la hacienda y quedarme a trabajar en la casa. Puse la veterinaria y bueno, desde ahí han pasado ya 20 años. Y en estos años muchas historias".
Me contó historias con finales felices como la de “Green”, una perra que había sido atropellada y abandonada en la calle. A la que un grupo de chicos la recogió y pusieron su empeño en salvarla. Pero en todas las clínicas a las que llevaban a Green les decían que no había cómo salvarla y que lo mejor era practicarle la eutanasia. Ellos no se dieron por vencidos y siguieron buscando hasta que encontraron al doctor Yonny Demera.
A Green las heridas que tenía por haber sido atropellada, se le sumaba un problema hormonal que provocaba que su útero estuviera repleto de pus. Tenía mucha fiebre y dolor constante . Luego del diagnóstico recibió tratamiento y también rehabilitación para que pudiera volver a caminar normalmente. El grupo "Mi Amigo de 4 patas" ayudó a Green y le construyó una silla de ruedas para que pudiera volver a caminar mientras duraba la rehabilitación.
Y gracias a un video que circuló en Facebook en el que se contaba la historia de Green, lograron encontrarle un hogar, una familia la adoptó y la llevó a su hacienda. Y ahí le dieron la oportunidad de olvidar pronto su dolor y ser feliz.
Hace unos meses atrás llegó a la veterinaria un cachorro con un tajo profundo en la cara. Unos desconocidos lo habían apuñalado. El doctor Demera lo curó y lo salvó de morir, pero algo es cierto, a este cachorro le costará tiempo recuperar la confianza en la gente.
Los animales que han sido maltratados y abandonados a una muerte casi segura en las calles, saben agradecer la segunda oportunidad de vivir que recibieron de manos de personas como Claudio Vera, o como el grupo de jóvenes que luchó por salvar a Green o los chicos de “Mi Amigo de 4 patas” que se han organizado para colocar en los postes, letreros que dicen "No me atropelles, déjame cruzar", una campaña que es un llamado de atención a los conductores.
Una segunda oportunidad que ellos entienden y agradecen con alegría, entrega y fidelidad. El doctor Demera nos cuenta que "hace muchos años atrás dejaron abandonado un perro en la puerta de la veterinaria. Todas las mañanas que abría el local se ponía al pie de la puerta y ahí se quedaba hasta que cerraba el local. Después lo dejé entrar y se acostaba debajo de mi escritorio. Una vez llegó un amigo y me dijo que necesitaba urgente un perro para su casa en Salinas. No se si el perro escuchó y entendió lo que pedía mi amigo, pero en ese momento bajó corriendo y se paró en dos patas y se abrazó a mi amigo. Y no lo soltaba. Nos reíamos de verlo... y por supuesto que mi amigo lo adoptó".
Y a pesar del trabajo que realizan los voluntarios y rescatistas, hay ocasiones en que los animales no sobreviven al abandono, al hambre, a la deshidratación o a los golpes y heridas por algún atropellamiento..
En el Ecuador el artículo 249 del Código Orgánico Integral Penal sanciona el maltrato animal: "La persona que por acción u omisión cause daño, produzca lesiones, deterioro a la integridad física de una mascota o animal de compañía, será sancionado con pena de 50 a 100 horas de servicio comunitario. Si causa la muerte del animal será sancionado con pena privativa de libertad de tres a siete días".
Pero esta ley en una sociedad en la que hasta hace poco estaba permitido maltratar y abandonar a un animal tomará su tiempo en ser comprendida. Esperemos que existan más rescatistas, más voluntarios, más Yonny Demera, más jóvenes "Mi Amigo de 4 patas", esperemos que existan mejores seres humanos que entiendan que el amor, la solidaridad y fidelidad incondicional que nos brindan los animales debe ser inspiración para el hombre. Esperemos que no esté lejano el día en que entendamos que gracias a ellos logramos ser mejores personas.
POSDATA: Si estas historias que le he contado, han logrado que usted verdaderamente sienta compasión por uno de estos indefensos animales, tome la responsabilidad de rescatarlo de las calles y ofrézcale un hogar decente, lleno de amor, consideración y respeto. Déjeme decirle que la pena que sienta por ellos por unos instantes no es ninguna ayuda. Y si es que usted no puede adoptar, entonces brinde un hogar de acogida mientras ellos encuentran una familia que los pueda adoptar. Y si es que su casa o departamento es muy pequeño y tampoco puede darles un hogar de acogida momentánea, entonces ayude a difundir el mensaje de los que ayudan. Siempre se podrá hacer algo... Denunciar a los culpables de maltrato animal también es parte de la solución.
CENTRO MEDICO VETERINARIO DEL SUR
(04) 388-0544
Abierto las 24 horas
Los vecinos contaban la historia, de que hace unos días... un perro vagabundo fue atropellado. Que lo vieron arrastrarse, herido y sangrante, buscando refugio... pero nadie lo ayudó. Uno de los vecinos pensó que lo mejor era agarrar al perro y ponerlo por La Cartonera para que no moleste a nadie... y allá lo abandonaron.
Hubiera muerto, apaleado y comido por los gusanos, seguro así hubiera muerto. Pero tuvo la suerte de que un ser humano como Claudio Vera que escuchó la historia decidió ir a buscarlo.
Claudio pidió ayuda a su hermano y entre los dos lo subieron a un carro y se fueron a buscar una veterinaria donde pudieran salvar al animalito.
Les dijeron que por el mismo sur de Guayaquil, por la avenida Independencia estaba la Clínica Veterinaria de Yonny Demera; un médico veterinario cuyo trabajo sin proponérselo lo ha llevado a convertirse en el "protector" de los animales abandonados. Y ahí llegó Claudio buscando ayuda para el adolorido animalito.
Yonny Demera dejó de lado algunas tareas de organización y se fue a atender al paciente. Examinó el estado deplorable en que llegaba y luego lo trasladó al quirófano. Había que eliminar inmediatamente la gusanera que ya había hecho estragos en el cuerpo maltratado del perro.
Para cuando el efecto de la anestesia pasó y el perro despertó su destino había cambiado.
Y había cambiado porque a veces cuando pensamos que la indiferencia criminal de la gente frente al dolor de los animales ha tocado fondo, aparecen personas, como Yonny Demera que nos devuelven la fe, la esperanza y la confianza de que podemos ser mejores seres humanos si nos lo proponemos.
Hasta esta clínica llegué, con muchas ganas de conocer el trabajo de este médico veterinario, de sus amigos, de los chicos voluntarios y de los rescatistas que llegan a su clínica.
- "Cuando me gradué de veterinario conseguí trabajo en una hacienda y venía a casa los fines de semana. Una vez un vecino me preguntó si podía ayudarlo porque su perro estaba muy enfermo. Lo ayudé y de repente al siguiente fin de semana ya me estaban buscando otros vecinos. Y así se fue corriendo la voz y cuando me dí cuenta, ya el fin de semana no me alcanzaba para atender a los animales que me traían a la casa. Ese fue el momento en que decidí dejar el trabajo en la hacienda y quedarme a trabajar en la casa. Puse la veterinaria y bueno, desde ahí han pasado ya 20 años. Y en estos años muchas historias".
Me contó historias con finales felices como la de “Green”, una perra que había sido atropellada y abandonada en la calle. A la que un grupo de chicos la recogió y pusieron su empeño en salvarla. Pero en todas las clínicas a las que llevaban a Green les decían que no había cómo salvarla y que lo mejor era practicarle la eutanasia. Ellos no se dieron por vencidos y siguieron buscando hasta que encontraron al doctor Yonny Demera.
A Green las heridas que tenía por haber sido atropellada, se le sumaba un problema hormonal que provocaba que su útero estuviera repleto de pus. Tenía mucha fiebre y dolor constante . Luego del diagnóstico recibió tratamiento y también rehabilitación para que pudiera volver a caminar normalmente. El grupo "Mi Amigo de 4 patas" ayudó a Green y le construyó una silla de ruedas para que pudiera volver a caminar mientras duraba la rehabilitación.
Y gracias a un video que circuló en Facebook en el que se contaba la historia de Green, lograron encontrarle un hogar, una familia la adoptó y la llevó a su hacienda. Y ahí le dieron la oportunidad de olvidar pronto su dolor y ser feliz.
Hace unos meses atrás llegó a la veterinaria un cachorro con un tajo profundo en la cara. Unos desconocidos lo habían apuñalado. El doctor Demera lo curó y lo salvó de morir, pero algo es cierto, a este cachorro le costará tiempo recuperar la confianza en la gente.
Los animales que han sido maltratados y abandonados a una muerte casi segura en las calles, saben agradecer la segunda oportunidad de vivir que recibieron de manos de personas como Claudio Vera, o como el grupo de jóvenes que luchó por salvar a Green o los chicos de “Mi Amigo de 4 patas” que se han organizado para colocar en los postes, letreros que dicen "No me atropelles, déjame cruzar", una campaña que es un llamado de atención a los conductores.
Una segunda oportunidad que ellos entienden y agradecen con alegría, entrega y fidelidad. El doctor Demera nos cuenta que "hace muchos años atrás dejaron abandonado un perro en la puerta de la veterinaria. Todas las mañanas que abría el local se ponía al pie de la puerta y ahí se quedaba hasta que cerraba el local. Después lo dejé entrar y se acostaba debajo de mi escritorio. Una vez llegó un amigo y me dijo que necesitaba urgente un perro para su casa en Salinas. No se si el perro escuchó y entendió lo que pedía mi amigo, pero en ese momento bajó corriendo y se paró en dos patas y se abrazó a mi amigo. Y no lo soltaba. Nos reíamos de verlo... y por supuesto que mi amigo lo adoptó".
Y a pesar del trabajo que realizan los voluntarios y rescatistas, hay ocasiones en que los animales no sobreviven al abandono, al hambre, a la deshidratación o a los golpes y heridas por algún atropellamiento..
En el Ecuador el artículo 249 del Código Orgánico Integral Penal sanciona el maltrato animal: "La persona que por acción u omisión cause daño, produzca lesiones, deterioro a la integridad física de una mascota o animal de compañía, será sancionado con pena de 50 a 100 horas de servicio comunitario. Si causa la muerte del animal será sancionado con pena privativa de libertad de tres a siete días".
Pero esta ley en una sociedad en la que hasta hace poco estaba permitido maltratar y abandonar a un animal tomará su tiempo en ser comprendida. Esperemos que existan más rescatistas, más voluntarios, más Yonny Demera, más jóvenes "Mi Amigo de 4 patas", esperemos que existan mejores seres humanos que entiendan que el amor, la solidaridad y fidelidad incondicional que nos brindan los animales debe ser inspiración para el hombre. Esperemos que no esté lejano el día en que entendamos que gracias a ellos logramos ser mejores personas.
POSDATA: Si estas historias que le he contado, han logrado que usted verdaderamente sienta compasión por uno de estos indefensos animales, tome la responsabilidad de rescatarlo de las calles y ofrézcale un hogar decente, lleno de amor, consideración y respeto. Déjeme decirle que la pena que sienta por ellos por unos instantes no es ninguna ayuda. Y si es que usted no puede adoptar, entonces brinde un hogar de acogida mientras ellos encuentran una familia que los pueda adoptar. Y si es que su casa o departamento es muy pequeño y tampoco puede darles un hogar de acogida momentánea, entonces ayude a difundir el mensaje de los que ayudan. Siempre se podrá hacer algo... Denunciar a los culpables de maltrato animal también es parte de la solución.
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