La fidelidad es el compromiso de lealtad sentimental y
sexual contraído por la pareja, mientras que la infidelidad es precisamente lo
contrario, romper esos lazos, sentimentales y sexuales, que existen entre dos
personas. En la actualidad, la infidelidad es la causa principal de las
rupturas, separaciones y divorcios y hiere tanto, porque acaba con el
sentimiento de seguridad y confianza de las parejas.
La persona que la sufre se siente rechazada, ofendida,
humillada y su autoestima se deteriora notablemente.
Existen diferencias individuales, pero, en general, a las
personas les cuesta mucho superar la infidelidad, que les provoca un
desequilibrio emocional y les marca para el resto de sus vidas.
Las estadísticas dicen que los hombres son más infieles que
las mujeres: 13,1 frente al 5,8 por ciento.
¿POR QUÉ EL HOMBRE ES MÁS INFIEL QUE LA MUJER?
Si nos atenemos a las leyes de la naturaleza, una
explicación la tendríamos en el instinto reproductivo.
El amor tiene por fundamento un instinto dirigido a la
reproducción de la especie.
El hombre, por naturaleza, tiende a la inconstancia en el
amor; la mujer a la fidelidad.
El amor del hombre disminuye de una manera perceptible a
partir del instante en que ha obtenido satisfacción, y tiene a lo largo de su
vida muchas más relaciones sexuales que la mujer, porque su meta es producir el
mayor incremento posible de la especie.
Por el contrario, el amor de la mujer crece a partir de ese
instante, porque su objetivo es conservar junto a ella a quien debe ayudar a
alimentar y proteger a la futura familia.
A la naturaleza le interesa que el hombre sea más infiel que
la mujer, ya que el hombre puede, con facilidad, engendrar más de cien hijos en
un año, si tiene mujeres a su disposición. La mujer, por el contrario, aunque
se relacionase con otros tantos hombres no podría tener más de un hijo por año,
o, como mucho, gemelos.
Por tanto, desde este punto de vista, la fidelidad en el
matrimonio es artificial en el hombre y natural en la mujer, y por ser
contraria a la naturaleza, la infidelidad en la mujer está, socialmente, peor
vista que en el hombre.
Otra explicación la encontramos en que, en la mayoría de las
sociedades, el hombre es educado para demostrar constantemente su hombría,
reforzándose, así, comportamientos más agresivos y violentos, al contrario que
les sucede a las mujeres.
Se le concede al hombre un rol más dominante que a las
mujeres en las distintas esferas de la vida social. Los hombres siempre han
ocupado los más importantes centros de control y poder públicos, en tanto que
la mujer, tiene, desde hace milenios, la misión de ser deseable, de resultar
atractiva al hombre y no la de ser deseante.
El hombre es aún el dominador, el activo. Es, por
"educación", hipersexual. La
mujer, por "regla general", hiposexual.
Las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado mucho a
lo largo de los tiempos y las diferentes culturas con su moral y sus censuras,
sus tabúes, sus creencias religiosas y los avances de la ciencia, han influido
de forma determinante en tal diversidad.
Sabemos, por ejemplo, que el incesto era normal en Egipto,
que la homosexualidad y la pederastia eran toleradas en Grecia, y sabemos
también que, hacia la Edad Media, la Iglesia Católica consagró el matrimonio
monógamo y consideró "perverso" el instinto sexual.
LA FIDELIDAD ES UN VALOR EN NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL.
La infidelidad entre dos personas que se quieren, está mal
vista y es mal soportada por nuestra sociedad. Aunque se hayan devaluado
notablemente las consideraciones morales tradicionales en muchas personas, y
aunque contemos con métodos anticonceptivos eficaces, sin embargo seguimos
valorando la unión de pareja y la fidelidad. Probablemente, podríamos encontrar
las explicación en el amor romántico cuando surge entre dos personas,
produciéndose esa intensidad emocional que nos llena de sentimientos de
bienestar, de seguridad, que nos hace sentirnos especiales y queridos. Todos
estos sentimientos no son lo suficientemente intensos, como para renunciar a
tener una vida sexual fuera de la pareja.
La valoración de la pareja y de la fidelidad también se
puede explicar, porque existe una predominancia universal de lo que los
antropólogos denominan “familia nuclear”, formada por padre, madre e hijos.
Este tipo de familia cumple funciones vitales que otros grupos no pueden llevar
a cabo tan eficazmente.
La familia nuclear satisface las necesidades sexuales y
reduce la fuerza perturbadora de la
competencia sexual. También cumple las funciones de educación y de sostén
económico; en definitiva, de subsistencia.
Aunque en las sociedades occidentales los hombres y las
mujeres se han adaptado a dicho modelo monógamo, a los hombres les cuesta más
adaptarse a él, por las razones explicadas anteriormente.
Un ejemplo de ello, es la prostitución de mujeres, que mueve
enormes cantidades de dinero, mientras que la prostitución de hombres es,
comparativamente, insignificante y dirigida más a satisfacer a los hombres homosexuales
que a las propias mujeres.
EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES EN CUANTO A LOS
MOTIVOS DEL ENGAÑO.
La mayoría de los hombres que son infieles no se involucran
emocionalmente con la nueva pareja y buscan, simplemente, placer sexual. Les atrae
la novedad, la aventura, la emoción, la conquista: lo prohibido siempre
acrecienta el deseo. De hecho, el 56% de los hombres que han tenido
experiencias sexuales extramatrimoniales tienen un alto concepto de su
matrimonio y aseguran que son felices con su pareja.
Por el contrario, para las mujeres, la principal
justificación de su infidelidad es el amor y, en último lugar, el sexo.
La mayoría de las mujeres que son infieles suelen estar
desencantadas con su relación oficial y, generalmente, buscan en la nueva
pareja el sentirse, de nuevo, vivas por la emoción de volver a gustar y esperar
respuesta sexual de alguien.
Buscan el cortejo, la seducción, el romance, la ternura y,
también, la admiración, la comprensión y la empatía (saber ponerse en el lugar
del otro); cosas que han perdido o nunca encontraron en su relación actual.
El hombre y la mujer tienen, pues, formas diferentes de ver
la infidelidad; los hombres se sienten más traicionados si sus mujeres
“mantienen relaciones sexuales” con otros hombres y, sin embargo, las mujeres
llevan peor que sus maridos “se enamoren” de otras.
Los hombres separan claramente la afectividad de lo
meramente sexual; a las mujeres, sin embargo, les cuesta hacer esta separación
en sus relaciones, involucrando lo afectivo y sexual conjuntamente.
¿CONFESAR O NO CONFESAR?
Estadísticamente está demostrado, que la mayoría de los
hombres y de las mujeres “no confiesan la infidelidad”.
En la práctica, la ruptura con la pareja original puede ser
tan dolorosa que muchos no están dispuestos a llevarla a cabo; no todos los que
sienten que eso es lo que se debe hacer son capaces de actuar con arreglo a sus
creencias; muchos siguen casados y confían en que la amante no se enfade,
intentando proseguir con ambas relaciones al mismo tiempo.
"Si a una mujer le gusta un tipo y le dice "vamos
a un motel". Tiene plena conciencia de lo que está arriesgando, por eso se
cuida mucho, es mas madura en ese sentido. En cambio el hombre conquista como
galán amable, es bueno para la conquista fácil, pero no es franco y tiene casi
por idiosincrasia una inseguridad que siempre hace que lo descubran. El
razonamiento masculino habitual es el mismo en casi todos los hombres:
"Sería bueno que me vean mis amigos, así quedo como macho alfa de la
manada". Pero si los dos infieles son casados por qué van a sentarse a un
patio de comida del Centro Comercial mas de moda para que todos los vean? No
pues eso no se hace así. El meollo del asunto es que la mayoría de los hombres
son "malos" para la cama: Se puede asegurar sin temor a equivocarse
que muchos hombres van a preferir masturbarse a estar con un mujer que no es su
esposa, no por fidelidad si no porque la preocupación de no saber hacerlo bien,
los mortifica mucho. Sin contar que jamás hablan de sexo con la pareja y por
eso tiran mal, asegura Rodrigo Díaz, director de "Infieles" la
teleserie chilena de Chilevisión.
Para una mujer, sigue opinando Rodrigo, si el amante le
salió mejor que el marido para el sexo, deja al marido y punto. No mantiene
esos equilibrios precarios tan típicos del hombre que tiene amante y esposa y
sufre entre medio las penas del infierno. Ellas quieren buen sexo. Si el hombre
que tienen en casa es buen padre, puede que se queden con él pero si sigue
tirando mal, lo reemplazan.
CASO UNO
Para Rosario que fue criada con costumbres religiosas y
moralistas, formar un hogar siempre fue su sueño, por tal motivo una vez que lo
consiguió luchó por todos los medios de
ser vista con buenos ojos ante la sociedad que la obligó por mucho tiempo a
soportar a un esposo conformista, frío y machista que lo único que le importaba
era ahogar sus miserias con el alcohol.
Cansada de sentirse frustrada sexualmente en esta relación
que decaía día tras día Rosario inició una candente aventura que la llevó a
irse en contra de sus principios... pero al mismo tiempo a sentirse realizada
como mujer.
CASO DOS
Jóvenes, carismáticos y farreros Jessi y Ricardo iniciaron
una relación amorosa como en cuento de hadas, poco a poco durante la
convivencia los deberes y las responsabilidades les fueron cambiando las
prioridades y matando el sueño de la pareja feliz .
Ricardo enfrascado en su trabajo y sus amigos descuidó
completamente su hogar; induciendo de esta manera a Jessi a quien la rutina del
cuidado de sus hijos y el trabajo la agobiaban, a buscar y sentirse mujer en
brazos de otro hombre. Recuperando la seguridad y el amor propio que perdió
junto a Ricardo. Hoy por hoy donde se
perdió el respeto y el amor después de 17 años solo los une la existencia de
sus tres hijos inocentes que sufrieron las consecuencias de esta unión sin
destino porque la ignorancia de la importancia de las demandas sexuales de los
géneros deben complementarse y mas temprano que tarde ese error, pasará la
cuenta y hay que pagarla.
Por. MBA. Martha Chuya M.
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