Somos aquellas que por la necesidad de sentirnos amadas como
en las telenovelas, nos involucramos en relaciones que para algunas pueden ser
con hombres y para otras con mujeres. Somos mujeres, adictas a buscar personas
conflictivas (yo les digo tóxicas), que nos hagan sentir útiles, esperamos que
cambien y sean lo que soñamos para ser felices, pero por más que la intención
sea buena no es más que un círculo vicioso más nocivo que las drogas.
Les voy a contar una historia, que quizás muchas ya la conocemos pero que nunca deberíamos olvidar.
Una amiga de la infancia a la que llamaré María,
inteligente, alegre y llena de ilusiones, a punto de graduarse ya está en busca
de la felicidad, la cual creyó encontrar a sus 16 años, cuando se unió a Mario,
un chico casi de su edad.
Dejaron los estudios, concibieron 2 hijos y hasta ahí todo
era perfecto, pero llegó el momento en que las cuentas y los hijos comenzaron a
crecer, la convivencia en casa de los padres de Mario ya no era tan agradable.
Mario era el que llevaba el dinero a casa y María quien lo gastaba, es todo lo
que entendían, nunca pensaron en la economía ni sacaron cuentas de lo que
tenían ni de lo que necesitaban y por eso cuando el dinero de Mario no era
suficiente y lo que él dejaba para "sus vicios" pasó a otros rubros,
comenzó a preocuparse y luego a desesperarse, a llegar tarde, de mal humor y a
veces borracho y pidiendo cama. María no se la quería dar porque ya hacía rato
que las ganas de cama con él las había perdido. Fue una noche de esas, de
reproches y acusaciones cuando María recibió el primer puñetazo... Mario
parecía haber asimilado muy bien los consejos de sus amigos de cómo tratar a
una mujer cuando se pone exigente y María también, ya que jamás gritó ni buscó
ayuda, es conocida bien la sentencia popular “Aunque pegue o mate... marido es”. La madre de Mario algunas veces
intercedió a favor de María cuando escuchaba los golpes que producía el cuerpo
de María estrellándose contra la pared y el llanto de los niños...
María ya tenía intenciones de querer salir de esa situación,
pero su inexperiencia y desesperación la llevaron por caminos errados, tomó
todos los cursos rápidos de manualidades que daban en el barrio, pero igual no
le servían de nada y en medio del abuso y la desesperación de no saber qué
hacer, cayó al mismo pozo que él, se emborrachaba, llegaba tarde y a la hora de
querer cama lo hacía donde fuera y con quien fuera, pero como todo tiene su
límite María dejó los vicios y huyó de la casa de sus suegros con sus hijos.
Emprendió un negocio donde le iba medianamente bien, mientras tanto Mario no
dejaba de jurarle que había cambiado y la familia que por otro lado la aconsejaban
“vuelve con Mario, hazlo por los niños, ellos necesitan a su padre” al año la
terminaron convenciendo, sus miedos e inseguridades la regresaron a ese mundo
donde hasta la fecha Mario no ha vuelto a pegarle, pero sigue llegando tarde y
borracho, en busca de cama y María por sus hijos que "necesitan a su
padre", abre las piernas cada noche que él se lo exige y aguanta hasta el
final. Sus ojos ya no brillan y sus sueños hace tiempo se derrumbaron a golpe
de desilusiones.
Yo espero que algún día no muy lejano, las mujeres, tomemos
en serio la responsabilidad que tenemos cuando recuperemos los derechos
perdidos, derechos que hemos olvidado ejercer, la dignidad, la fuerza, la
inteligencia, el placer y la libertar de elegir qué, cómo, cuando y con quién
queremos algo, es la parte ausente, esa que debemos redescubrir y sin la cual
el "buen vivir" será como siempre ha sido hasta ahora: Mitología
Pura.
Por: SoloMarga
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