sábado, 26 de noviembre de 2011

Te preparas con tus mejores galas para la gran fiesta, llamas a los panas y te vas pa´ la feria. Disfrutas el espectáculo de la tortura y  a grito pelaó pides la muerte de un animal, sonríes mientras te complacen.... En el centro de la plaza, en la tierra, sangre y dolor. En las gradas gente como tú, consumidores de violencia legalizada.

1 comentario:

Luz de luna dijo...

Absolutamente cierto. Pero el paraíso está, en buena hora, perdido. La violencia es parte de la condición de lo que existe. No deja de ser una forma de violencia con base en ideales impedir que otros hagan, si ese hacer supone una lógica y una regulación. O acaso la ley es buena solo cuando nos gusta. Para el caso, ambos se arriesgan y al menos uno asume ese riesgo. Cierto, el otro no ha elegido, sin embargo su final creo es menos gris que morir pastando, como muchos. No me gusta ni me interesa este tipo de actos, pero respeto a quienes sí les interesan. Como decía el Dr. Hannibal Lecter (aunque a veces no lo parezca) "vivimos en una época primitiva: ni decididamente sabia ni abiertamente salvaje; las cosas a medias son una maldición".